jueves, 31 de marzo de 2011

La física cuántica y las personas


Dentro de la comunidad científica se considera la física cuántica como la fórmula para el descubrimiento de todo aquello que nos rodea. Además, se consideran sus postulados como la mejor vía para conocer como se creó todo el universo. ¿Qué había antes de las teorías cuánticas? Las leyes Newtonianas que conforman la física clásica se consideraban idóneas para dar respuesta a las preguntas que nos rodean. Pero, los científicos están de acuerdo que las leyes de la física clásica solo tienen validez para cuerpos de gran tamaño: un coche, una pelota, un niño o un zapato. Por lo visto, los átomos o mejor aún, las partículas subatómicas que conforman el núcleo atómico se comportan de una manera asombrosamente distinta a la que estamos acostumbrados.

Esta última idea sería la más impresionante, cognitivamente hablando. Estamos acostumbrados a que las leyes de la naturaleza sean unas, y que se comporten de la misma manera en todo el universo. Aunque quizás no tenga mucho que ver con lo anterior, Einstein ya postuló a principios de siglo que todo es relativo. Un niño se encuentra sentado en el asiento de un avión. Para su madre, por suerte, se encuentra quieto en la butaca. Para otro niño, desde la superficie de la tierra, el primero se está desplazando a unos 900 km/h aproximadamente.

Pero es que si hablamos de física cuántica, el humilde narrador se encuentra perdido entre tanta idea abstracta. Igual de perdidos estamos si queremos concretar la posición de un electrón alrededor del núcleo atómico. Las incertezas son terriblemente altas y solo nos podemos aproximar en términos de probabilidades. Las probabilidades serian el agua de los sedientos para la física cuántica. Si toda la física se apoya en la utilización de un sistema numérico (matemáticas) el cual es infinito, parece absurdo pero lógico, que los resultados puedan ser: infinitos. Así que acabamos recurriendo de nuevo a las probabilidades.

Por último otro gran problema. Cuando observamos un fenómeno interactuamos con él y pasamos a ser una interferencia, pero solo una de tantas. La luz solar, la radiación, etc. También acaban fastidiando la investigación.

¿Qué tiene que ver todo esto con las personas? Bueno, aparte de que habitamos un reducido rinconcito del universo, todos estos problemas que se plantean en la más desconocida de las teorías físicas, pero a la vez la más validada de todas, también se nos reproducen a todos durante la vida.

Pensamos que nuestra vida gira alrededor de una continuidad inalterable. Cuando suceden hechos que alteran esta constancia nos parecen muy difíciles de comprender. La reacción más lógica es la negación, todo lo que no se comporta como esperamos no puede ser real. Falso, simplemente nadamos en la ignorancia. Lo que creíamos como verdad absoluta anteriormente se ha derrumbado, toca perfeccionar nuestras teorías y adaptarlas a los nuevos acontecimientos. El cambio es la mayor prueba de la vida: el corazón no para de cambiar su ritmo para adaptarse a las circunstancias.

Otro hecho muy importante es la planificación que hacemos de nuestro futuro. Chocaremos entonces con la gran incerteza de éste. Solo podemos planificar en término de probabilidades. Si tuviéramos en cuenta esto, antes de ponernos a planificar el futuro, no caeríamos en lo que se denomina frustración. La frustración viene por la ilusión dada de creer que un acontecimiento acabará tal y como nosotros deseamos. Si fuéramos conscientes de que solo existe una remota posibilidad de que todo acabe siendo como esperábamos, no sufriríamos el no cumplimiento. Esto conllevaría otro problema: la desilusión por la vida. Así que, quizás sí que podemos vivir ilusionados y no dejarlo todo en manos de la estadística. ¡Eso sí, ilusionados, pero asumiendo el efecto mariposa derivado de la teoría del caos!

Que nuestra vida sea más larga o no, más placentera o menos, trabajando en uno o en otro sitio… Todos estos importantes hitos vitales, no dependen de nosotros mismo. La vida te conduce a carreteras que desconocemos y todas se encuentran sin asfaltar. Esto último es sin duda una de las cosas más divertidas de la vida. Cuantos hemos querido crear nuestra maquina del futuro para poder vernos a nosotros mismos. ¿Dónde nos proyectamos? Sinceramente, mejor no saberlo. Mejor irlo descubriendo. Vivir con ilusión constante nos hace independientes. Vivir con una ilusión hipotecada a conseguir lo que tenemos planeado, nos puede llegar a frustrar.

Me acabo desviando de la física cuántica para acabar en la psicología y la más pura filosofía. La verdad es que hay unos diminutos seres, mamíferos pedantes, que caminan sobre dos extremidades y que actúan fuera de todas las leyes de la naturaleza. Nunca dejaremos de sorprendernos, pero esto último puede ser tan maravilloso como bochornoso.

1 comentario:

  1. Es cierto lo que dices en tu artículo, aunque discrepo en un aspecto: la vida sí depende de nosotros mismos, aunque no somos dueño de ella. Me explico: si tu quieres ser bombero, te tendrás que preparar bien físicamente, estudiar, intentar ser lo más normal posible para pasar el psico-test... pero puede ser que el día del examen, cuando salgas de casa, te atropelle un coche y no puedas asistir al examen. Tu has hecho lo que creías oportuno para tu el futuro de tu vida, pero (lo que llamas carreteras sin asfaltar) te ha impedido realizarlo.

    Pese a este pequeño inciso, un buen artículo para leerlo con calma y hacer un poco de reflexión.

    Saludos desde Cardedeu.

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